«Conocí una vez a una mujer que me contó su historia; estaba casada y tenía tres hijos ya crecidos, y, según ella, su familia la trataba con la misma atención y sentimiento con que trataban al calentador de la ducha o al frigorífico, unos útiles domésticos imprescindibles para la comodidad cotidiana, pero con los que no solían mantener conversaciones apreciables. Y como prueba de lo que decía explicaba que una vez se golpeó con la puerta de una alacena y se le quedó el ojo morado durante dos semanas; y que durante todo ese tiempo nadie, ni su marido ni los tres gamberros salidos de sus entrañas, mencionaron ni una sola vez el ojo machacado».
Rosa Montero (La Hija del Caníbal)
Sinceramente creo que quien menos la valoraba en esa casa, era ella misma… pero si uno se da cuenta de eso, no es tarde…
Pues francamente, creo que tienes razón Serenata, se me había escapado ese punto de vista y creo que es de lo más certero
Muy buen día
Bueno, somos responsables de lo que nos pasa, no? aunque a veces seamos víctimas o culpables, en realidad somos solo responsables de una parte, de lo que nos toca… mucha sesión de psicólogo, je je 😉